sábado, 18 de abril de 2015

La población de lobos marinos decayó en más del 50% en los últimos 40 años

 

Al caminar por el malecón de la isla San Cristóbal, en el Archipiélago de Galápagos, es imposible no encontrarse de cerca con un lobo marino. Se los observa en las rocas de origen volcánico, en la arena e incluso en las bancas de madera instaladas en el sector. Toda la zona, conocida también como ‘la lobería’, alberga a la colonia más grande de estos animales en todas las islas. Así lo dio a conocer a la comunidad de San Cristóbal Diego Páez, docente e investigador del Galápagos Science Center de la Universidad San Francisco. Los lobos marinos y los lobos finos son dos de las especies endémicas del Archipiélago.

 

Pero en los últimos 40 años, las poblaciones de ambas especies emblemáticas disminuyeron en más del 50 %. Páez dijo que los dos fenómenos de El Niño, registrados en 1982 y 1997, incidieron directamente en esa drástica disminución de ejemplares. Por este decremento, sumado a los impactos antrópicos y a las especies introducidas, la Unión Para la Conservación de la Naturaleza (UICN) decidió clasificarlos como especies en peligro de extinción, en 2008. Para monitorear el estado actual de las especies, Páez en conjunto con una docena de científicos ecuatorianos y personal de la Dirección del Parque Nacional Galápagos (DPNG) realizaron un crucero de investigación por 12 islas del archipiélago. El objetivo fue levantar una línea base de información relacionada al posible impacto del fenómeno de El Niño en las especies sensibles que viven en la región insular. “Es el primer crucero de investigación hecho por científicos ecuatorianos.

 

Se lo planificó por seis meses y fue ejecutado durante 15 días”. Jorge Torres, guardaparques de la DPNG, también participó en la expedición. Su experiencia en el manejo e identificación de lobos marinos fue crucial para completar el censo de especies. Los datos obtenidos fueron comparados con el registro efectuado en el 2001 por la Fundación Charles Darwin. Tanto Torres como Páez describen a los lobos como ‘centinelas del ecosistema’. Esto ya que cualquier daño en su hábitat natural será reflejado con un cambio de comportamiento alimenticio en los animales. A esto se sumó otro dato que involucra al ‘congener’ o hermano gemelo de la especie: el lobo marino de California.

 

En lo que va del año, se ha reportado la muerte de 10 000 de estos ejemplares en las costas estadounidenses. A causa, dijo Páez, de los efectos del fenómeno de El Niño. En toda California, hay una población de 230 000 lobos. “Durante el 2014 se anunció la inminente llegada de El Niño. Finalmente no se dio acá, pero sí afectó a la zona norte y con consecuencias muy graves”. Pero, ¿cómo incide este fenómeno oceanográfico en las dos especies? Páez contó que los lobos de Galápagos se adaptaron a un ‘oasis marino’, donde converguen diferentes corrientes oceanográficas que traen consigo mucho alimento. Sin embargo, ese mismo ‘oasis’ es una suerte de cárcel para las especies, y al registrarse fenómenos como El Niño, hay menos alimento y las poblaciones se afectan. “No pueden salir del archipiélago, porque morirían enseguida. Y al haber menos comida en el mar, los ejemplares jóvenes perecen”.

 

Según un registro de lobos marinos efectuado en 1978, se contabilizaron alrededor de 40 000 ejemplares. En la actualidad, la cifra bordea los 16 000. Por eso los efectos de un posible fenómeno de El Niño serían muy graves para la biodiversidad de las islas Galápagos. Durante el crucero, se determinó que la población de ambas especies mostró una tendencia al alza en ciertas islas, en comparación con los datos del 2001. El caso de ‘la lobería’ de San Cristóbal es un ejemplo . Por eso el reto será identificar cómo estos mamíferos logran adaptarse a los cambios durante el fenómeno marítimo. “Diferentes estudios demuestran que los lobos sí pueden tener una flexibilidad en la búsqueda de alimento, pero eso está asociado a cuántos animales hay, porque se generará más competencia”, finalizó.

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